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Me estoy amigando con los fantasmas, no me está quedando otra, además nunca te abandonan te siguen a donde vayas son leales a muerte, son silenciosos y dejan que les digas lo que se te ocurra, eso sí, bancáte las consecuencias de lo dicho o lo hecho, porque así como traspasan paredes se meten en tu cráneo y se mandan un baile con los invitados que se les cante, hasta que se les acabe el vino que es tu conciencia, a la resaca la sufrís vos y dura días, meses o mas.

 Por otro lado, no es que anden asustando o torturando gente por ahí... a no ser que les “olvides” voluntariamente, como si no existieran y los dejes tirados por ahí... no en el tiempo y  lugar que les pertenece.

Ellos no solo están en sitios horrendos sino y casi siempre los hallas en lugares bellos, como cuando ves un sauce a la orilla de un arroyo, ese sauce a la vez que árbol es el fantasma de una antigua joven desconocida que peina su cabello, su espejo el arroyo también es fantasma o mejor dicho es las lágrimas de alegría o tristeza de esa joven y de millones de seres humanos, árboles caracoles y libélulas, que en los renacuajos y pececitos de la orilla las podemos ver  vivitas y coleando escurriéndose por la mejilla de la Tierra.

Debo marcar una diferencia con respecto a algunos fantasmas mucho más serios, como lo son las piedras, como será... que las usan como lápidas para que no se levanten los que quieren ir a visitar a sus seres o lugares queridos, ellos salen igual, ¿a que le pueden temer? ellos saben que las piedras también son fantasmas aunque tengan nombres y fechas grabadas, lo que sucede es que muchas aún no lo saben y creen que son unas piedras comunes y corrientes que siempre fueron piedras nomás y de ahí no las sacás, cuesta hacerles notar que son Espíritus de la Sangre de la Tierra, al igual que vos y que yo, recién cuando recibimos un rayo de luz allí comenzamos a respirar…

Duilio E. Brunello