Estaba yo en un pozo, de esos en que alma se sumerge de vez en cuando…
Este fue uno hondo, resbaloso donde la luz no llega ni sale y de los que te preguntas que hiciste o dejaste de hacer para encontrarte ahí…
Este fue uno hondo, resbaloso donde la luz no llega ni sale y de los que te preguntas que hiciste o dejaste de hacer para encontrarte ahí…
El hecho es que como cualquiera en esa
situación, quería salir de allí, el espanto me impregnaba, olía a muerte y a
engaño paralizante, aún así comencé a moverme por donde mis pies me lo
permitían, hasta que encontré un lugar más oscuro y frío, primero maldije a ese
par de extremidades, pero decidí darles un voto de confianza y avance…
El lugar estaba lleno de toda clase de objetos y artefactos muertos, cubiertos por una fina capa de polvo, tanteando descubrí una silla, extrañamente para ese contexto, estaba libre de polvillo, en posición normal, como si poco antes alguien ya hubiera estado allí…
Me senté y me sentí al menos un poco mas cómodo, en esa posición permanecí un tiempo, no sé si mucho o poco, hasta que mis ojos se fijaron en un objeto rectangular que poseía cierta luminosidad propia, me levanté, me acerqué, fueron tres pasos, pero así pude ver que se trataba de un mapa, mas precisamente, se trataba de un planisferio antiguo, en esa oscuridad y sin brújula no se distinguía este de oeste, ni norte de sur, pero si arriba de abajo, al menos esto era algo, una referencia en el espacio y ahora tenía un mapa, un concepto al cual aferrarme…
Comencé a buscar Córdoba para ubicarme en la cancha, pero la luz era poca y las letras pequeñas, solo se distinguían continentes y océanos…
Miraba el mapa y sin lugar a dudas yo me hallaba abajo, cerca de la Antártida aunque lejos de Australia, sin dudas no estaba en Norteamérica, tampoco en Europa, Quizás si en Sudáfrica o en India, lejos de Siberia, tal vez en la Cochinchina…
Perdido, otra vez perdido no era novedad…
¿Tal vez confundido?
Me entró una duda nueva, reluciente, en medio de tanta bosta y olor a mierda algo perfumó el ambiente, lo reconocí de inmediato olía a tabaco habanero, casi achocolatado, como fumaba mi viejo cuando no laburaba, a la nochecita mientras yo escuchaba el canto de los murciélagos, también ahí estaba oscuro, pero eso era otra cosa…
Ese mapa me ubicaba o me desubicaba?
Sí, me ubicaba abajo justo en el pozo del que intentaba salir, justo en las patas del mundo, de ahí el olor a zapato sucio y a abandono reticente.
Entónces me avivé de que llevaba una birome en el bolsillo izquierdo.
- ¡Gracias a Dios y a la puta madre que lo re parió! – Exclamé.
Tras el exabrupto descolgué el mapa, lo giré 180°, luego en Groenlandia, bien cerquita del polo norte escribí:
NUEVO ORDEN MUNDIAL, frecuencia: 1.6.7.13.20.33.53...
Acto seguido, colgué el mapa en su clavo, en perfecto equilibrio...
En ese instante sentí un fuerte temblor, del que luego me enteré, fue de 6.2° en la escala de Ritcher, con epicentro entre San Luis y Mendoza.
Supe entonces que había hecho algo grave, peor que colgar de cabeza y en el living, el retrato de los nonos cuando recién llegaban de Italia a la Argentina Potencia.
Ahora sí, el mapa no estaba ni al derecho ni al revés, estaba simplemente al dervés lo mismo que yo.
Una paz lejana comenzó a afectarme y el miedo, junto a la muerte, esbozaron una sonrisa burlona, a la cual no supe que responder.
El lugar estaba lleno de toda clase de objetos y artefactos muertos, cubiertos por una fina capa de polvo, tanteando descubrí una silla, extrañamente para ese contexto, estaba libre de polvillo, en posición normal, como si poco antes alguien ya hubiera estado allí…
Me senté y me sentí al menos un poco mas cómodo, en esa posición permanecí un tiempo, no sé si mucho o poco, hasta que mis ojos se fijaron en un objeto rectangular que poseía cierta luminosidad propia, me levanté, me acerqué, fueron tres pasos, pero así pude ver que se trataba de un mapa, mas precisamente, se trataba de un planisferio antiguo, en esa oscuridad y sin brújula no se distinguía este de oeste, ni norte de sur, pero si arriba de abajo, al menos esto era algo, una referencia en el espacio y ahora tenía un mapa, un concepto al cual aferrarme…
Comencé a buscar Córdoba para ubicarme en la cancha, pero la luz era poca y las letras pequeñas, solo se distinguían continentes y océanos…
Miraba el mapa y sin lugar a dudas yo me hallaba abajo, cerca de la Antártida aunque lejos de Australia, sin dudas no estaba en Norteamérica, tampoco en Europa, Quizás si en Sudáfrica o en India, lejos de Siberia, tal vez en la Cochinchina…
Perdido, otra vez perdido no era novedad…
¿Tal vez confundido?
Me entró una duda nueva, reluciente, en medio de tanta bosta y olor a mierda algo perfumó el ambiente, lo reconocí de inmediato olía a tabaco habanero, casi achocolatado, como fumaba mi viejo cuando no laburaba, a la nochecita mientras yo escuchaba el canto de los murciélagos, también ahí estaba oscuro, pero eso era otra cosa…
Ese mapa me ubicaba o me desubicaba?
Sí, me ubicaba abajo justo en el pozo del que intentaba salir, justo en las patas del mundo, de ahí el olor a zapato sucio y a abandono reticente.
Entónces me avivé de que llevaba una birome en el bolsillo izquierdo.
- ¡Gracias a Dios y a la puta madre que lo re parió! – Exclamé.
Tras el exabrupto descolgué el mapa, lo giré 180°, luego en Groenlandia, bien cerquita del polo norte escribí:
NUEVO ORDEN MUNDIAL, frecuencia: 1.6.7.13.20.33.53...
Acto seguido, colgué el mapa en su clavo, en perfecto equilibrio...
En ese instante sentí un fuerte temblor, del que luego me enteré, fue de 6.2° en la escala de Ritcher, con epicentro entre San Luis y Mendoza.
Supe entonces que había hecho algo grave, peor que colgar de cabeza y en el living, el retrato de los nonos cuando recién llegaban de Italia a la Argentina Potencia.
Ahora sí, el mapa no estaba ni al derecho ni al revés, estaba simplemente al dervés lo mismo que yo.
Una paz lejana comenzó a afectarme y el miedo, junto a la muerte, esbozaron una sonrisa burlona, a la cual no supe que responder.
Estaba yo en un pozo, de esos en que alma se sumerge de vez en cuando… Este fué uno hondo, resbaloso donde la luz no llega ni sale y de los que te preguntás que hiciste o dejaste de hacer para encontrarte ahí…El hecho es que como cualquiera en esa situación, quería salir de allí, el espanto me impregnaba, olía a muerte y a engaño paralizante, aún así comencé a moverme por donde mis pies me lo permitían, hasta que encontré un lugar más oscuro y frío, primero maldije a ese par de extremidades, pero decidí darles un voto de confianza y avance…
ResponderEliminarNO SABÍA QUE ESCRIBIAS !!!MUY BUENO!!!
ResponderEliminarGracias!!!
EliminarTe extraño amigo. LIZ (felina)
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