sábado, 27 de febrero de 2010

DON APARICIO TALAVERA

   Una noche para volver a casa tomé el colectivo en el centro, por suerte abía asientos al fondo me senté al lado de la ventanilla y comensé a pensar en la rutina predesible, aburrida e indispensable para muchos…
Me dejaba llevar por el veículo, solo mi mente iba a donde quería, cerré los ojos, dejé de pensar i permití que mis sentimientos me giáran de a poco me sentí mas liviano y mi mente comenzó a vibrar suave y rítmicamente, deje de persibir mi cuerpo, como si flotara, desaparesieron el tiempo y el espasio, solo sensaciones me unían al todo en completa paz.
Gradualmente un vacío se fue instalando frente a mi campo de percepsión suxionàndome, todo comenzó a ajitarse vibrando a una frecuencia cada vez más rápida e intensa que comenzaba a modularse en una voz profunda…
lejana, que parecía desir:

Eeesssttteee... eeesss... eeelll... fffiiinnn...



-¿En que dimensión estoi? – Pregunté.

-Estás en la 5° D... –Escuche-

-¿Estoi muerto?, ¿Qué ago acá? – Insistí
.
- Sentí un sacudón y la voz dijo:

Abrí los ojos... te dormiste...

Éste... es el fin del recorrido.

Me dolía la cabeza,
que vibraba apoyada contra la ventanilla,
del veículo con el motor aún en marcha,
y aí estaba el chófer frente a mí…
- Disculpe me dormí, soñaba que estaba en la 5° D – Aclaré –
- Sí, estás en la Quinta de Talavera, fin del recorrido de esta línea,
en 15 minutos pego la vuelta si tenes cospel te llevo.- Respondió.-
Un poco mareado bajé del colectivo y el chófer cerró la puerta.

No tenía nosión del tiempo ni del espasio transcurrido o recorrido, sin referencias ni cospel, dinero o selular, todo estaba oscuro solo una luz tenue se veía a media cuadra, desidido camine hacia allí, hasta llegar a una casita umilde con un Tala a un costado debajo del cual había una mesita i cuatro sillas.
Dudé en golpear las manos pero lo ise, dos perros negros salieron a ladrarme cuando alguien de la casa gritó:
- ¡Qién anda aí! –
- Estoi perdido, necesito ayuda –Contesté-
Al rato se abrió la puerta y salió un viejito acomodándose los pantalones,
llegó hasta mí disiendo:
- Aparisio Talavera – estiró su brazo y nos saludamos.
- Disculpe la molestia a estas horas – Le dije.
- ¿Cuál es su grasia? – Murmuró.
- ¿Cómo, no entiendo? – Respondí.
- ¿Qé cuál es su nombre? – Con voz clara i fuerte.
- Duilion Vrunello – Contesté.
- ¡Ahh…ya me paresía que lo conosía, lo estaba esperando!
Usted es el casi muerto qe revivió aquí en la quinta el año pasado, lo encontré tirado con un golpe en la nuca...  le pregunté qe le abía pasado, me respondió que andaba observando “seres luminosos multicolores”, cuando vi que llevaba colgando unos binoculares i serca de su mano un libro de pájaros ¿no se acuerda? –
- Nó, es como si me hablara de una vida pasada – Le dije.
- Cada vez qe despertamos estamos en una vida nueva. Dígame: ¿Se acuerda cómo se golpeó?... ¿no? Por las uellas, se resbaló en el barro i pegó con el poste de Itín. ¡Ese es su estilo de ver pájaros o ángeles!
- ¿Aóra que le anda pasando?-
- Estoi perdido - respondí en voz baja –
- ¡Si esta vivo no está perdido, estará desorientado, que no es lo mismo!
Qédese a dormir, mañana vuelve a su casa... Confundido pero un poco mas sabio.
- ¡Grasias! –
    - ¡No ay de qe! -


1 comentario:

  1. Una noche para volver a casa tomé el colectivo en el centro, por suerte había asientos al fondo me senté al lado de la ventanilla y comencé a pensar en la rutina predecible, aburrida e indispensable para muchos…
    Me dejaba llevar por el vehículo, solo mi mente iba a donde quería, cerré los ojos centrándome en mis sentimientos, deje de pensar y permití que mis sentimientos me guiaran de a poco me sentí mas liviano y mi mente comenzó a vibrar suave y rítmicamente, deje de percibir mi cuerpo, como si flotara, desaparecieron el tiempo y el espacio, solo sensaciones que me unían al todo en completa paz.
    Gradualmente un vacío se fue instalando frente a mi campo de percepción succionàndome, todo comenzó a agitarse vibrando a una frecuencia cada vez más rápida e intensa que comenzaba a modularse en una voz profunda…
    lejana, que parecía decir:

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