Hasta los
perros pastores lo saben, un chiflido del arriero basta para que estos acosen a
la hacienda desde la derecha hacia la IZQUIERDA, y otro silbido más para que lo
hagan de izquierda a DERECHA cuando el ganado se enfrenta en dos tendencias
contradictorias, el arriero presiona desde el CENTRO, allí la tropa se unifica
y sigue sin dudar a dos o tres líderes de “conocida reputación” hacia la única
salida posible tras los “alfa” de la tropa, que disputan entre sí… “solo uno
puede ser el vencedor” avanzan eufóricos sin atender demasiado a los perros que
mordisquean cada vez con mas saña al “vago o rezagado” ni siquiera advierten los alambrados, que van
estrechando el panorama… eso si y a modo de ejemplo quizás surja un “retobado” que
por instinto desconfía y que a lo bruto, casi siempre en solitario, embiste
contra los alambres y muere allí enredado entre púas, sin embargo continúan, ya
lejos quedaron las pasturas y las aguadas, mientras se van acercando al brete
los “alfa” bufan “síganme no los voy a defraudar” mientras demoran su tranco
cediendo el paso generosamente, es aquí cuando comienzan a advertir sobre los
riesgos de seguir a los otros líderes en el camino tomado, por lealtad a su jefe, para demostrar su valía
son otros los primeros en divisar la luz prometida y cruzar la puerta del
corral, que apareció de repente en el horizonte, la vía hacia el progreso entre
tanto polvo, uno a uno atraviesan la tranquera, allí encuentran agua que brota
automática y alimento balanceado, aunque se hallen hacinados confían en sus
“conductores” satisfechos, permanecen allí a disposición de los matarifes.