Ase unos años vivía en las afueras de Córdoba al pie de las sierras, solía salir con frecuensia de caminata por lo que entonses eran campos y bosques serranos.
Sierto día bajaba de una loma por un sendero pedregoso atento de no pisar una yarará, cuando en medio de la senda vi algo qe me llamó la atención por el color i por su forma, era un acha de piedra verde, silíndrica, en un extremo tallada una ranura qe la sircundaba, en el otro los bordes desgastados en ambos costados asta aplanarse constituían el filo, que no tenía siquiera una mella.
Feliz por el allazgo volví a casa meditando en qe debía aser con esto, por supuesto lo primero que pensé fue en llebarla a un museo sercano, aunqe no conocía de ninguno por la zona.
Cuando llegué, llamé de inmediato a mi mujer y a mis ijos, les mostre el acha, para luego colocarla en un lugar fuera del alcanse de los niños, porqe podrían estropearla.
No recuerdo cuanto tiempo transcurrió, si un día un semana, o tres, el echo es que una noche tube una pesadilla, en la qe un indio i un blanco intentaban ahorcarse mutuamente, por momentos sentía ser el indio i en otros el blanco...
Espantado desperté al borde de la asfixia e inmediatamente asosié la experiensia con el acha india, mi intuición me desía que su creador, qien la modeló con tanta dedicasión i esmero, no estaba satisfecho con qe alguien que no fuera él mismo, poseyera ese objeto.
Fue así que comenzaron las negosiasiones entre el indio i yo...
Le propuse dejar su obra exactamente en el sitio en que la allé, pero el me respondió qe no, debía depositarla en un lugar fuera del alcanse de cualquier umano, por todos los tiempos...
Dude por un buen rato para luego responder qe eso era imposible y qe además si de dueños se trataba el asunto, el tomó la piedra del río, qien la había labrado prolijamente...
Al mensionar la palabra río, el indio abrió aún mas sus ojos, para luego entreserrarlos cuando terminé de ablar...
Sin qe nadie lo notara escondí la reliqia en mi morral, me excusé con el argumento de otra de mis caminatas, tras lo que me advirtieron del mal tiempo y de que pronto oscuresería...
Fue en vano, sin dar mas explicaciones, me dirijí presuroso hacia el río Suqía i ya a metros del molino, en el puente, sobre las planas toscas coloradas, en donde se cruzó desde siempre, sentí qe allí estaba bien, sin mas preámbulo tiré en medio del manso caudal el acha india de piedra verde.
Llovió toda la noche, hasta qe ya de mañana, la radio anunsió una cresida exepsional del río en La Calera, un hombre había desaparesido, el torrente pasaba por ensima del puente y el agua bajaba con un extraño color oscuro rojizo...
lunes, 9 de marzo de 2015
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Cierto día bajaba de una loma por un sendero pedregoso atento de no pisar una yarará, cuando en medio de la senda vi algo que me llamó la atención por el color y por su forma, era un hacha de piedra verde, cilíndrica, en un extremo tallada una ranura que la circundaba, en el otro los bordes desgastados en ambos costados hasta aplanarse constituían el filo, que no tenía siquiera una mella.
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